Desde su casa del conurbano bonaerense Ilay es la antítesis de cualquier influencer. En sus videos de Instagram y TikTok logra abordar la complejidad de la salud mental desde el humor y mientras se ríe de sus traumas nos ayuda a diferenciar un ataque de ansiedad de un ataque de pánico.
Lejos de los filtros, el maquillaje y la ropa cara, Ilay ayuda a otres a no sentirse soles mientras les roba carcajadas.
«El outfit de hoy es blanco para evitar que se note la caspa que cae de mi cabello debido al estrés y un champú barato ¡Que trucazo eh! Que tengas buen día, perra ¡Bendiciones!”, dice Ilay en un reel de instagram, despeinada, a cara lavada y con un pulover que parece tener varios años. Lo dice desde su casa en Quilmes, en la que vive con su mamá y su hermano, sin ocultar la humedad y la falta de revoque en la pared.
Recibe mensajes gordofóbicos a los que responde con su lengua afilada sin perder nunca la comicidad. “Cuando quiero, me pongo las pilas y me maquillo porque soy una persona coqueta, coquetamente desordenada”, cuenta mientras ríe.
Ilay se diferencia de otres “influencers” porque en sus contenidos hace foco en la salud mental basándose en su propia experiencia y en clave de humor. Cuenta sus traumas y cómo aprendió a lidiar con ellos, reivindica su origen conurbano, se aleja de los lujos, la ostentosidad y la ropa cara que suele verse en otras cuentas. Ilay es comediante, creadora de contenido desde hace más de 10 años, productora digital de la Universidad Nacional de Quilmes y SEO de Web Market Studio, una agencia de marketing digital que comparte con su socio, el youtuber Ramses Hatem.
Comenzó en YouTube y luego se unió a Instagram y TikTok. Un día de noviembre del año pasado mientras estaba trabajando con su socio, le comentó que se sentía muy triste y tiró: «el outfit de hoy es la depresión» a modo de chiste para salirse de la solemnidad de ese estado. Ramses le dijo «parate y vamos a grabar eso que acabas de decir porque es muy bueno para tiktok». El video tuvo más de cuatro millones de visitas.
¿Por qué crees que ese contenido gustó tanto? ¿Tiene que ver tal vez con que muchas personas se sintieron identificadas?
–Por supuesto, yo creo que las redes sociales suelen utilizarse para compararse con el otro y siempre que uno se compara termina siendo inferior y cuando aparece el factor ‘me identifico con esto’ hace que la gente conecte. Creo que la gente conectó conmigo porque dentro de este mundo de comparaciones y de mensajes como ‘cinco cosas para bajar de peso’ y ‘cinco cosas para ahorrar dinero’, aparecí yo diciendo ‘el outfit de hoy es la depresión o hoy no tengo ganas de levantarme de la cama’ y eso apeló a la realidad de los espectadores.
Mucha gente entra a Instagram para buscar ese tipo de contenido y de pronto salgo yo con un chiste sobre cómo intentamos estar bien cuando realmente no lo estamos. Ahí empecé a crear ese personaje que habla justamente de las personas neurodivergentes, siendo yo una de ellas, con el humor que fue siempre un método de defensa para mí a la hora de hablar de mis traumas. Se identifican porque ven en mí lo que no se animan a decir.
Vos hablas de tus traumas cuando hablar de salud mental sigue siendo un tabú, incluso en las redes sociales. En un posteo dijiste que sentías que había una Ilay que se mostraba distinta a la que eras por dentro ¿Qué te pasaba en ese momento?
–Eso tiene que ver con algo que muchos creadores de contenido hacemos que es separar el personaje de la persona. Más allá de que mi personaje y yo estamos muy unidas, cuando hago los videos explicando cómo diferenciar un ataque de pánico de un ataque de ansiedad, estoy hablando desde mi experiencia, si yo no hubiera pasado por eso no podría expresarlo con humor delante de una cámara. Los creadores de contenido sabemos que la constancia es clave para conseguir una buena exposición en redes sociales.
Al ser una persona neurodivergente tenía momentos en los que no me podía levantar directamente, esos días no podía ejercer la comedia, entonces empecé a crear contenido cuando estaba bien haciendo referencia a los momentos en los que estaba mal. Así logré que mi experiencia personal sea de alguna manera reproducida, de manera cómica y digerible para el espectador porque hablar de salud mental nunca es algo que se pueda digerir de manera tan fácil. La comedia es una gran manera de hablar de temas incluso cuando se hace una parodia. Yo utilizo la comedia para hacer que las personas empiecen a hablar de salud mental porque es un tema del que se habla poco y hay que tomarlo más en serio.
¿Cómo consideras el tratamiento que se le da en los medios de comunicación y en las redes sociales a la salud mental?
–Si partimos desde los medios de comunicación tradicionales entendiéndose como televisión y radio creo que la charla sobre salud mental es completamente nula y esto lo digo porque soy hija de una madre que consume el noticiero como si fuera la telenovela de las cinco y yo de manera pasiva consumo ese noticiero desde los 14 años y nunca noté que se le preste atención a la salud mental. Solo lo hacen cuando es muy tarde como, por ejemplo, cuando un adolescente se suicida después de haber sufrido bullying durante años.
Ningún medio de comunicación tradicional se encarga de llamar la atención sobre la salud mental porque es un tema incómodo para hablar, sin embargo, al ser un tema incómodo, es altamente necesario. Entonces así como tenemos un periodista que habla de los rumores de las estrellas, con qué hombre se acostó la China Suárez o si Wanda Nara está enferma o no y quién es el nuevo novio de Tini, ese mismo tiempo se podría utilizar para hablar de cómo lidiar con un ataque de pánico, del gran aumento de psicofármacos que no cubren las obras sociales, que en las guardias del conurbano no hay psiquiatras, que los medicamentos que te dan en el sector público son completamente distintos al privado porque son genéricos entonces para tomarte los dos miligramos que te corresponderían de una buena medicación, tenés que tomar de cinco pastillas, que están diagnosticando a la gente con estudiantes de psicología y psiquiatría que tienen un solo supervisor que no da a basto y hay pacientes que están conviviendo con un trastorno de bipolaridad o de personalidad y son medicades con clonazepam, un antipsicótico y ya está.
El hospital Quilmes, por ejemplo, que es el que conozco, no tiene atención psiquiátrica y no estoy culpando a les profesionales sino que hay una mala organización del presupuesto y de la atención que se brinda. Siento que si en los medios de comunicación se hablara más de estas cosas habría una mejor atención. Siento que hay una decadencia en la atención de la salud mental en nuestro país, lo cual es muy triste. En redes sociales el problema que ocurre es que hay mucha gente que habla sobre salud mental y muy poca gente que sepa sobre el tema.
¿Eso es peligroso no?
–Por supuesto que es peligroso, porque la persona que está consumiendo las redes sociales puede no ser consciente que no toda la información que está en internet es real. Para poder informar tenemos que estar correctamente informados. No creo que solo los psicólogos sean los que pueden hablar de salud mental, sin embargo, en mis redes sociales, cuando hablo de un tema que tiene que ver con la psicología siempre hago referencia a un profesional de la salud mental.
El mensaje principal siempre es ese, acércate a un profesional porque un post de Instagram no te va a diagnosticar, nadie debe autodiagnosticarse, por eso es tan necesario no reemplazar la psicología con las redes sociales. Soy creadora de contenido que hace un enfoque sobre la salud mental porque soy una persona neurodivergente, la respuesta siempre es: buscá un psicólogo pero te imaginarás lo difícil que es para mí cuando me escribe una persona de bajos recursos no poder darle un contacto de un hospital público porque no hay suficiente atención.
¿Cuál es el objetivo de tu contenido?
–El objetivo que tengo para con mis seguidores o la persona que se tope con algún video mío es, ‘mira qué graciosa puede ser esta situación’ para quitarle el peso y el melodrama que tiene la depresión. Vamos a reírnos de eso, pero vamos a charlarlo. Yo hago un video diciendo que el outfit de hoy es la depresión, pero el siguiente video que publico soy yo con un ataque de pánico enseñándote a manejarlo. A mí me gusta hacer reír, pero no todo en la vida es risas, me río, pero me curo también.
Mi objetivo es incentivar a la gente desde el humor, poder transmutar eso que les pasa desde el humor, hay personas que lo transmutan desde el arte o la música y me parece magnífico. Mi contenido ayuda a las personas a lidiar con sus traumas, me río de esto que tengo porque no soy la única, el únique o el único que tiene esto. Además, se crea una comunidad, no solamente por mi contenido sino por la gente que comenta y mi objetivo es hacer sentir que la persona que está llorando todos los días pensando que es la única que está sufriendo, se dé cuenta que no está sola. Dar la misma ayuda que a mí me hubiera gustado que me den.
Una guía necesaria
Además de abordar la salud mental en sus redes sociales Ilay está a punto de publicar un libro digital titulado «Cómo arreglarse después de romperse», se trata de una guía de ayuda supervisada por 10 psicologues de diversas corrientes terapéuticas que provienen de Argentina, Uruguay, México y Chile porque abarca la diversidad del público que sigue la sigue en sus redes. Estes profesionales aceptaron no sólo supervisar su material, sino que además, se incluyen sus datos para que les lectores puedan contactarles si desean comenzar un tratamiento. El libro también contiene teléfonos de emergencia de centros públicos de atención a la salud mental.
Ilay destaca que va a salir a la venta a un precio super accesible y advierte que es un libro crudo donde toca su experiencia personal y está dedicado a aquellas personas «que están deseando sanar y no saben ni por dónde empezar, sabiendo que el proceso va a costar pero vale la maldita pena», y agrega: «El libro habla sobre cómo comenzar el proceso de sanación, quitándole la máscara de que sanar es algo lindo, en realidad es doloroso, incómodo, pero también necesario. Son pequeños pasos que la persona tiene que seguir acompañada o no de un profesional de la salud mental, que incentiva el conocerse, charlar y replantearse cosas como el perdón. Dentro de la psicología muchas veces se muestra el perdonar al otro para perdonarte a vos. En este libro lo que digo es tenes todo el derecho a no perdonar y no sentirte mal por eso”.
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