El acto de la central esta martes a la tarde en Defensores de Belgrano incluirá un documento con advertencias a los «antisistema» como Milei.
La CGT conmemorará mañana el Día del Trabajador con un acto en el que, por primera vez de manera institucional, lanzará un reclamo a favor de la reducción de la jornada laboral. Será parte de un documento en el que la central obrera pondrá el foco en los «emergentes antisistema» de la política como Javier Milei y su prédica contra los derechos laborales, exigirá un espacio en la mesa de campaña del Frente de Todos y planteará la necesidad de establecer una «alianza permanente entre producción y trabajo» más allá de los resultados electorales de este año.
La convocatoria será a partir de las 14 en el estadio de Defensores de Belgrano. Implicará el primer ensayo unitario de la CGT desde su reestructuración del año pasado con la inclusión, en su jefatura, de Pablo Moyano y su Frente Sindical por el Modelo Nacional. De hecho el documento aprobado que se leerá mañana resalta la unidad alcanzada en la organización como un ejemplo a seguir por parte del peronismo, atravesado por una interna no resuelta para la definición de los candidatos para los próximos comicios.
Al igual que el documento distribuido la semana pasada al término de la reunión del Consejo Directivo, en el que la central alertaba por un riesgo de «descomposición social» en caso de continuar el deterioro económico, el texto fue diseñado por Gerardo Martínez, jefe del gremio de albañiles (Uocra) y responsable del área de Internacionales de la CGT, con el aval de la «mesa chica» ampliada. Es decir, de los sectores mayoritarios. Para hacerlo debió evitar alusiones a candidatos puntuales del peronismo e incluso de fuerzas de la oposición. Las excepciones fueron las referencias a los «antisistema» como Milei y a la «irresponsable» deuda con el Fondo Monetario Internacional contraida por Mauricio Macri.
Lo más novedoso del documento, sin embargo, es la mención al esquema de relaciones laborales vigente en la Argentina y cuya reformulación integral, cuando no desaparición, representa una de las banderas de la oposición política. En ese aspecto reivindica el rol de los gremios como «expresión más genuina para articular» el conflicto de intereses entre el capital y el trabajo y la importancia de las negociaciones colectivas. «Es falso e intencional decir que los convenios colectivos de trabajo son anacrónicos», añade el texto en respuesta a la prédica de Juntos por el Cambio en general y de Milei en particular.
En ese tramo avanza sobre la necesidad de otorgar «oportunidades de realización» a los argentinos que se desempeñan en un mercado laboral precarizado que vayan más allá de «la mera subsistencia con planes sociales» y donde exhibe el planteo más rupturista de la historia reciente de la CGT: «el sindicalismo en general y el argentino en particular se pone al frente también para discutir un esquema de relaciones laborales que debata la reducción de la jornada laboral, como un instrumento que estimule el empleo y distribuya mejor el beneficio extraordinario del capital».
La CGT aprovechará para ratificar su intención de participar de manera activa en la campaña del Frente de Todos y, sobre todo, en la composición de las listas, un reclamo que hizo público desde fines del año pasado y que tuvo nulo eco hasta ahora en la dinámica del oficialismo. «No somos convidados de piedra», avisa el documento y explicita su derecho a «participar en las decisiones políticas» del peronismo.
En otro párrafo abunda sobre la necesidad de una reestructuración de la deuda con el FMI, que el documento de la semana pasada había sugerido de manera más genérica. En este caso marca como «urgente una rediscusión de plazos y pautas en las condiciones de los servicios de la deuda» comprometidos con el organismo multilateral de crédito.
De arranque el texto insiste con una prédica permanente de los sectores hegemónicos de la CGT y de Martínez, como referente de su política internacional, respecto de la convocatoria a «un gran acuerdo político, económico y social que promueva una alianza permanente entre la producción y el trabajo». Lo destaca como necesario para restablecer la confianza en las instituciones democráticas frente a una amenaza que, sin nombrarla, alude a Milei: «el descontento es el terreno fértil para la aparición de emergentes antisistema que pretenden capitalizarlo poniendo en riesgo la vigencia de un sistema democrático pleno».
En ese punto el texto vuelve a las advertencias hechas previamente por la CGT ante el riesgo social por las limitantes económicas: «nadie puede resignarse a que las condiciones materiales de Argentina sean con un 40% de pobres y altos niveles de desigualdad que conspiran contra la cohesión social».