A unos días de haberse celebrado el Día Mundial de la Salud Mental, es crucial explorar su relación con el medio ambiente. La reciente resolución de la Asamblea General de la ONU reconociendo el derecho a un entorno saludable sugiere que, al celebrar la salud mental como un derecho humano, debemos recordar que un planeta habitable y limpio es esencial para nuestro bienestar mental.
La salud mental y el medio ambiente están intrínsecamente conectados
El año pasado marcó un hito significativo en la relación entre el medio ambiente y la salud mental. La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución que reconoce un ambiente saludable y un clima estable como derechos humanos fundamentales. Esta decisión histórica subraya la interconexión entre la salud de nuestro planeta y la salud de sus habitantes.
Asimismo, es un recordatorio de que, mientras celebramos la salud mental como un derecho humano, también debemos tener presente que un planeta habitable y respirable no es solo una necesidad para nuestro entorno, sino que es esencial para nuestro propio bienestar mental.
Vivir en un entorno degradado o amenazado puede tener un impacto significativo en nuestra salud mental. La degradación del medio ambiente, la pérdida de biodiversidad, la contaminación del aire y el agua, y el cambio climático pueden desencadenar una amplia gama de problemas de salud mental. La evidencia científica respalda esta afirmación.
Por ejemplo, diversos estudios han demostrado que la exposición a la contaminación del aire puede aumentar el riesgo de trastornos de salud mental, como la depresión y la ansiedad. Además, la degradación del entorno natural, como la deforestación y la pérdida de espacios verdes, ha sido vinculada a un mayor estrés y una disminución de la sensación de bienestar.
Ecoansiedad va en aumento
Un fenómeno que ha ganado notoriedad en los últimos años y que muestra un claro ejemplo de la relación entre salud mental y medio ambiente es la «ecoansiedad». Las personas, especialmente los jóvenes, están experimentando una creciente preocupación y ansiedad sobre el estado del medio ambiente y el futuro del planeta. La ecoansiedad se manifiesta como una respuesta emocional a la crisis ambiental, que incluye sentimientos de miedo, tristeza, enojo y desesperanza. La noticia constante de eventos climáticos extremos, la pérdida de biodiversidad y la degradación del medio ambiente contribuyen a esta ansiedad.
En línea con esta conexión entre salud mental y medio ambiente, el estudio Ansiedad climática en niños y jóvenes y sus creencias sobre las respuestas gubernamentales al cambio climático: Una encuesta global (2021) reveló que hasta el 60 por ciento de los jóvenes se sienten muy o extremadamente preocupados por el cambio climático. Más del 45 por ciento de ellos informaron que estos sentimientos afectan negativamente su vida diaria.
La ecoansiedad a menudo proviene de un sentimiento de impotencia ante la crisis climática. La percepción de que el cambio climático está fuera de control y que las acciones individuales son insuficientes para abordarlo contribuye a esta ansiedad. Entonces, ¿qué pueden hacer gobernantes y líderes mundiales para abordar esta interconexión entre la salud mental y el medio ambiente?
3 acciones para abordar la conexión entre salud mental y medio ambiente
A medida que se reconoce cada vez más que un medio ambiente saludable y un clima estable son derechos humanos, es fundamental que los líderes tomen medidas para abordar esta cuestión de manera efectiva. Aquí hay algunos pasos que pueden tomar para enfrentar esta interconexión de manera significativa:
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En primer lugar, es esencial fomentar una relación positiva entre los jóvenes y la naturaleza. Los niños y adolescentes a menudo experimentan una profunda conexión con el entorno natural. Pasar tiempo al aire libre, explorar bosques, disfrutar de parques y jardines, y conectarse con la naturaleza puede ser una fuente de felicidad y bienestar.
Sin embargo, a medida que los jóvenes crecen, pasan menos tiempo en la naturaleza. Esto debe cambiar. Promover actividades al aire libre y programas de «Prescripción Social Verde» puede ayudar a mejorar la salud mental de los jóvenes.
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En segundo lugar, educar a los jóvenes sobre el cambio climático y cómo abordarlo puede ayudar a reducir su ansiedad. Uno de los objetivos principales de esta estrategia es preparar a todos los jóvenes para un mundo afectado por el cambio climático a través del aprendizaje y la experiencia práctica. Los jóvenes desean una educación centrada en soluciones que les brinde oportunidades para tomar medidas sobre el cambio climático y que integre la salud mental en la educación sobre la crisis climática.
El conocimiento es poder, y en este caso, la comprensión del cambio climático puede empoderar a aquellos que se sienten impotentes ante sus efectos. Existe una gran demanda de una mejor educación sobre el cambio climático tanto por parte de los estudiantes como de los profesores, que a menudo sienten que no están enseñando de manera significativa y relevante sobre la crisis ecológica. Al proporcionar a los profesores las herramientas adecuadas, podemos abordar de manera proactiva el bienestar mental de nuestros hijos.
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En tercer lugar, es crucial enfatizar a los jóvenes que, aunque el cambio climático es un desafío monumental, sus acciones pueden marcar la diferencia. Establecer una conexión entre los jóvenes y la naturaleza es clave para reducir sus ansiedades climáticas. También es importante animarlos a hacer su parte para protegerla, y esta acción puede tomar muchas formas. Desde campañas hasta unirse a grupos de conservación y cualquier otra actividad intermedia, la clave está en encontrar formas de empoderar a los jóvenes y alentarlos a participar en la solución en lugar de ser observadores pasivos.