Una ceremonia medieval en el siglo XXI.
La coronación tuvo luces, sombras y nubarrones tan densos como el plomizo cielo londinense. La procesión real desde el palacio de Buckingham hasta la abadía de Westminster fue puntuada por pequeños pero significativos actos de protesta de grupos republicanos.
La policía limitó rápidamente las voces disidentes haciendo varios arrestos de los sorprendidos abolicionistas que querían saber qué delito habían cometido. Obviamente los tiempos han cambiado, aunque ya no se corten cabezas.
Mientras tanto una módica mayoría de súbditos del reino sigue capturada por una tradición coreografiada en 1066 y aceptada desde entonces sin muchos miramientos.
Sin embargo, durante las entrevistas previas a la coronación se oyeron voces disidentes que contrastaban el privilegio de la familia real y la austeridad que se exige hoy día al ciudadano de a pie.
El despliegue de lujo, joyas, capas de armiño, dorados, púrpura y parsimonia contrasta con la crisis económica y social: el resultado es un incongruente mosaico de medievalismo y contemporaneidad.
Al mismo tiempo que en la abadía se proclamaba “God save the King”, en la multitud los más entusiastas resultaron los monárquicos, tradicionalistas y turistas que llegaron a Londres desde otras regiones del Reino Unido o del extranjero. El resto era una masa pacífica que medio en serio medio incrédulamente, no se quiso perder un evento histórico que sucede muy de cuando en cuando.
Esta masa silenciosa ha adornado sus casas con banderines tricolores azul, rojo y blanco y “rosas de la coronación”, rosas blancas teñidas parcialmente de pigmentos rojo y azul, en venta en todos los supermercados. Excusa para una reunión de familiares y amistades en frente a la televisión, los supermercados declaran un incremento en las ventas de “party food” (comida para fiestas).
Parece ser que las coronaciones se asocian con un plato determinado. Carlos ya había mencionado que la “quiche” de su Coronación incluiría espinaca y porotos, lo cual no ha resultado popular en absoluto, según declaraciones a la prensa de los que la prepararon.
En efecto, los supermercados declaran que por el contrario hubo una demanda marcada por ya sea los ingredientes o el ya preparado “Coronation Chicken” (pollo de la coronación) una receta que se asocia con la coronación de la reina Isabel II en 1953. Esta ensalada consiste en pollo trozado con mucha mayonesa a la que se le agrega curry comercial en polvo para que tome un color amarillo brillante y dorado.
La sombra de la fallecida reina seguirá al nuevo monarca mucho más allá de esta nostalgia gastronómica. La reina Isabel II se mantuvo apolítica, intachable en su vida privada y pública: la comparación con Carlos es inevitable.
Su persona pública fue partícipe de un culebrón real que dejó mucho que desear con su triángulo amoroso que termino con la trágica muerte de la siempre querida y recordada Lady Diana en 1997.
La lista de escándalos reales de las últimas décadas deja en claro que la familia real tal vez sea mucho más disfuncional que la familia promedio del reino. El futuro dirá si los días de la monarquía están contados y el lugar histórico de este rey será el de catalizador de una transición que ponga fin a este billonario cuento de hadas.
Por Marta Núñez
Fuente: Página 12